Anoche dirigía una orquesta…
los guitarristas que juegan con sus manos
sobre las cuerdas de un barroco redimido
que se mezcla con el pasto, el firmamento y el rock
Al fondo
un órgano de fauces milenarias
acompaña el cuadro de nuestras notas impares,
notas de perfecciones silenciosas
que se mezclan con las voces de dos mujeres
que piensan su amistad a la distancia
y un hombre venido de oriente que une sus rastros
en este paso por una música lejana
Los momentos son muchos y confluyen
como los continentes y los océanos que presagian estas notas
Es un escenario en U perpetua el mundo
Todos estamos de pie ante su mirada
y el escenario no es más que el centro del ombligo que rebota
en las paredes de balcones que miden
nuestros alcances desde alturas diferentes,
distancias disparejas,
sillas vacías y bidones que derraman sus pasiones
El sol se derrama en las montañas
repitiéndose una y otra vez en sus ciclos
con la perfección de un canon
Y las cuerdas tejen arcos con los brazos del director de orquesta
que ayer fui y hoy se pierde en la mariposa que se posa
en el cuerpo perfecto de la guitarra en la grama,
en la figura del guitarrista que me ofrece la pantalla
con sus medias a traspié y su camisa a rayas