Foto: archivo familiar
Faltaba tan sólo un día
y te llamabas ya
ser en la trascendencia.
Tu esencia había volado con rumbo fijo
hacia un punto en ese cosmos inmenso
que llamabas patria única y posible.
Cruzabas con mesura,
como quien busca no ausentarse tanto,
el refugio del olvido
sin saber que alimentabas de modo prodigioso
la única forma de no ausentarse
nunca de los seres :
el amor.
Un día tan sólo para que retornaras a tu patria.
La única cierta y verdadera,
la única que nos une a todos como ciudadanos
de una misma fuerza.
Y finalmente despegaste,
te evadiste en la locura hermosa
de la muerte plena
y tu vuelo fue profundo, nítido,
certero como el dolor de mi alma.
Sincero, indiscutible.
Definitivo.
Hoy también falta un día
para que recuerde por segunda vez esa ironía
que nos roba la vida sin mentiras
y que nos presta el saber que está la muerte
como único medio imaginable
de acercar los sentidos
a la verdad.